Visión borrosa, entumecimiento, dolor de cabeza, quizás sea la peor resaca de mi vida, no, con seguridad que es la peor resaca de mi vida. Seguro que ayer me pasé con la botella, además, la litera no para de moverse… ¡Ostras! ¡Más gente! Son mis amigos de siempre, lo de la resaca sigue ganando puntos, además con el frío que hace es normal, y es que la ventana parecía estar velada por una sábana con lejanos dibujos, una increíble llanura nevada. Debe de ser el transiberiano, pensé, hasta el botiquín huele a vodka. Será mejor que baje de la litera sin despertar a nadie, pero nada poner los pies en el suelo...
CRHIIIIIII
Un chirrido atroz y enorme hace que salga disparado hacia la puerta, por suerte, mi cabeza amortigua el golpe.
-(Ruidos de molestia, alguna mención sobre mi familia, confusión)
-Amigos, no tenía ni idea de que estaba tan gordo, si no, no habría bajado de la cama de un salto. Dije.
-No seas idiota, algo ha tenido que pasar, total, después de la borrachera que tenía el maquinista anoche quizás él mismo haya sustituido al carbón…
-No seas animal.
-Uh? ¿Qué pasa? ¿Ya es lunes?
Ya no aguanto tanta tontería mañanera:
-¡SILENCIO! (una voz hace que los oídos agudizados por la fiesta se callen), a ver, voy a buscar una explicación.
En cuanto abro la puerta de la habitación se abre la de enfrente, ¡si es J.!:
-Pedro, ¿vamos a ver qué ha pasado?
-No, sólo que me gusta salir con -20º fuera.
Nos quedamos helados. No sólo por el frío, quiero decir, ¡el vagón más próximo estaba a unos 200 metros!, nos habíamos desenganchado.
-¡Dios mío!, ¡es la última vez que bebo!, tirito, cambio rápidamente de opinión.
Dos operarios y unos fornidos voluntarios curiosos se empiezan a acercar desde el tren, salgo a su encuentro, total, todavía no entiendo nada:
- You have to leave this car, please, help us. Es un operario de rostro conocido pero que no localizo.
- Da
En un aparte me dirijo a mi amigo,
-Vamos a avisar a todos, y entramos en la habitación:
-Vamos a avisar a todos, y entramos en la habitación:
-¡ARRIBA! Recoged todo, nos hemos desenganchado.
- ¡¿En serio?!
- Esto es para escribirlo
- Si, totalmente surrealista, le respondí.
- No creas, aún no…
Ayudamos a sacar los vagones de la vía.
Ahora estamos justo detrás de la locomotora, de haberlo sabido me habría ahorrado el dinero en tabaco, en fin, o eso, o Siberia, y el Yeti no parece tan agradable como las moscovitas.
Ahora estamos justo detrás de la locomotora, de haberlo sabido me habría ahorrado el dinero en tabaco, en fin, o eso, o Siberia, y el Yeti no parece tan agradable como las moscovitas.
El diario fue idea de M., dice que así podremos crear un poema cada uno con una base común, es una especie de experimento, no sé, soy escéptico respecto a que sea el mismo viaje para los dos y, aparte de esto, ¿qué hice los últimos meses? Bueno, al menos ahora recordaré con el diario.
No ha pasado ni una hora y se ha parado el tren, ahora nuestro negro tabaco huele de forma diferente, al mismo tiempo que nos llegan unas bonitas palabras rusas que hablan sobre la honorable profesión de la señora madre del tren, y, por suerte, no sé nada de ruso.
Todos salimos del tren, hay que cerrar todo (no hay que fiarse de nadie).
La visión fuera del tren es espectacular. Estamos en la nada, o al menos eso le parecería a cualquiera: un mar sin color que poco a poco va erosionando un pueblo abandonado y una arboleda soñolienta.
La iglesia parece muy antigua, casi medieval desde lejos, el ayuntamiento sigue el estilo moderno de los años 80, probablemente el hambre venció al pueblo antes que el clima: estamos a finales del otoño y la temperatura por la mañana es sólo soportable.
La iglesia parece muy antigua, casi medieval desde lejos, el ayuntamiento sigue el estilo moderno de los años 80, probablemente el hambre venció al pueblo antes que el clima: estamos a finales del otoño y la temperatura por la mañana es sólo soportable.
Entre voces de todos los países se distingue una potente voz en un perfecto inglés de Kamchatka:
- ¡El tren se ha roto! Vamos a ir todos a buscar ayuda a un pueblo cercano, nuestros operarios y los voluntarios que posean la llave de su vagón vigilarán el tren…
- ¿QUÉ?
- ¿Otra broma?
-你是神经病! (En efecto, no éramos J. y yo los únicos que teníamos una llave).
- M'., toma la llave, que yo ya tengo bastante.
- Ni de coña, esto parece una peli de miedo.
- Bueno J., nos ha tocado.
- Vale, prefiero esto que andar 30 km con esta fresca.
- SPANISH! Here, guns.
- Tío, estáis de coña, seguro, ¿me dais un arma? Ahora sí que parece una peli de terror. Bueno, puestos a elegir dame un francotirador, mola eso de tener visión nocturna.
- Tonterías Pedro, cojo el primero que hay, no vas a disparar a nada por aquí.
Han pasado ya 8 horas y no viene nadie, ya no está oscuro y tenemos que estar fuera de los vagones, creo que estos amables eslavos piensas que voluntario es sinónimo de imbécil. Tenemos una buena fogata J. y yo al menos, fuego, pan y un par de latas de tomate frito, esa será la noche, desde luego con estas cenas aquí no tienen el colesterol alto.
Suena un ruido. Pasos. ¿Pasos de borracho?, miramos los dos asustados alrededor y todo está oscuro, ningún animal que pueda vivir en Siberia tiene que ser buen compañero para pasar una noche, el sudor que antes estaba congelado ya empieza a descender por la frente.
Ya veo dos figuras, se tambalean, viste con harapos, y su olor a vino les precede, parecen sin techo. Dos mendigos en un pueblo abandonado de Siberia, suena a comedia, más vale que hayan cenado su plato estrella, ensalada de hielo, porque yo me niego a quedarme sin mi lata de tomate.
Se acercan, y puedo entender que dicen (¿qué tenía el vodka?):
- ¿Tienes papel para fumar?
- No, lo siento.
El indigente hablaba un castellano más correcto que el mío, ahora habla el segundo:
- Disculpa, ¿sabes si el edificio ese de ahí lleva mucho tiempo donde está?
Un edificio justo al lado del ayuntamiento abandonado, con luz.
- Pues la verdad es que lo han tenido que construir mientras hablábamos porque no lo había visto hasta ahora.
El mendigo asintió:
- Voy a ver si allí tienen papel.
Ya se alejan, estoy boquiabierto:
- J., colega, esto no es normal, ¿hemos cenado tomates o setas?
- Yo alucino, voy a avisar a los otros…
- No seas cobarde y apúntales, que voy a ver que hacen con la mirilla.
A pesar del zigzagueo ya estaban allí, junto al edificio, cuando dejamos de hablar.
- Pedro, no veo bien, mira tú con la visión nocturna, parece que hablan con una estatua.
- Esto… J. … hablan con un oso de peluche gigante… y… ¡mierda! ¡Viene corriendo hacia nosotros!
- ¡Ya lo veo! ¡Corre! ¡Es un oso de peluche, no puede ser muy rápido!
- ¡Dispara conmigo! ¡No me dejes solo!
- Las balas le atraviesan como si nada, es de algodón, ¡huyamos!
Justo entonces se atasca el cerrojo. Le doy un puñetazo al rifle y sale el casquillo por fin, pero los nervios han hecho que el golpe fuese a la mira, adiós a mi mirilla, ya está muy cerca. Apunto al ojo, el ojo no es de algodón, ¡fuego!, el oso cae de bruces...
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