¿Recuerdan cuando de niños les hablaban de cómo se “hizo” el sistema métrico? Yo al menos sí, pero antes de responder intenten recordar si les hablaron de cómo un litro de agua pura tiene exactamente un kilógramo y que un metro es la diezmillonésima parte de un meridiano terrestre, si no es así, ya lo saben. Quizás llegaron un poco más allá sus profesores o su curiosidad y leyeron que en un museo (por París o alrededores) había un kilo de platino iridiado y un metro del mismo material (de lo más inmutable e incorruptible). Un símbolo mundial de acuerdo lógico (y lógicamente, quienes no lo usen, no son lógicos), una referencia para las medidas en el mundo civilizado, un … un peligro.
¿Han pensado quién mide las cintas métricas y demás sistemas de medición? Obviamente uno anterior, y así inductivamente nos remontamos al caso cero, cuando una mente brillante (digo brillante porque relucía entre las guillotinas de la época) midió un meridiano terrestre y tuvo la ocurrencia de dividirlo entre diez millones, así como si nada, y… ¡diantres! ¡Era una medida manejable y (en poco tiempo) estándar!
Pues nada, ahí comienza la explosión de copias repartiendo veinte, una a cada país firmante del acuerdo. Ignorando el error en la medición del meridiano y su subsiguiente medición y marca en la barra de platino (que es posible que no fuera despreciable), ¿cuál es el error que podían cometer en la copia del original? ¿Un milímetro más o menos?, bien, para no degastar el original, se copian las copias, acumulando errores hasta que, cuando el metro se acercaba peligrosamente a la yarda, se volvería a corregir con otra copia del original.
Siempre quise ver esa barra y rasparla un poco, unos milímetros, algo imperceptible para el visitante del museo, hasta que alguien recurriera a ella y, entonces… El caos mundial. El abandono del sistema métrico tras varios derrumbes de edificios y descarrilamientos de trenes, volveríamos a contar pies, jordanas de camino, etc. La abstracción métrica, una de las primeras abstracciones que aprenden los niños, desaparecería, muriendo las ciencias que emanan de ella y volvería a casa tras raspar esos milímetros, dispuesto a laborar la tierra y pagar el diezmo.
Como habrán deducido era un niño con mala leche y mucha imaginación.
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¿Han pensado quién mide las cintas métricas y demás sistemas de medición? Obviamente uno anterior, y así inductivamente nos remontamos al caso cero, cuando una mente brillante (digo brillante porque relucía entre las guillotinas de la época) midió un meridiano terrestre y tuvo la ocurrencia de dividirlo entre diez millones, así como si nada, y… ¡diantres! ¡Era una medida manejable y (en poco tiempo) estándar!
Pues nada, ahí comienza la explosión de copias repartiendo veinte, una a cada país firmante del acuerdo. Ignorando el error en la medición del meridiano y su subsiguiente medición y marca en la barra de platino (que es posible que no fuera despreciable), ¿cuál es el error que podían cometer en la copia del original? ¿Un milímetro más o menos?, bien, para no degastar el original, se copian las copias, acumulando errores hasta que, cuando el metro se acercaba peligrosamente a la yarda, se volvería a corregir con otra copia del original.
Siempre quise ver esa barra y rasparla un poco, unos milímetros, algo imperceptible para el visitante del museo, hasta que alguien recurriera a ella y, entonces… El caos mundial. El abandono del sistema métrico tras varios derrumbes de edificios y descarrilamientos de trenes, volveríamos a contar pies, jordanas de camino, etc. La abstracción métrica, una de las primeras abstracciones que aprenden los niños, desaparecería, muriendo las ciencias que emanan de ella y volvería a casa tras raspar esos milímetros, dispuesto a laborar la tierra y pagar el diezmo.
Como habrán deducido era un niño con mala leche y mucha imaginación.