11 may 2010

Critica musical

Es curioso ver como hay elementos que nos llevan al pasado al más puro estilo "médium". No creo que ninguno de los escasos lectores (si, son una especie en peligro de extinción) pueda negarme alguna situación así. A mí me ocurre MUY a menudo, tengo una memoria prodigiosa en ese sentido, una foto y recuerdo ese día, oigo una voz y recuerdo esa conversación, pero, sobre todo, es la música lo que más flash-backs emocionales me produce. Ahora estoy escuchando el disco Nevermind de un gran grupo y. ¡qué recuerdos! La primera vez que los escuché hace tantos años, cuando los redescubrí, mi camiseta regalo de un amigo… Todo. La poesía es música, al menos eso solía decir un profesor mío, quizás mi voz de delfín afónico es el motivo de que escriba poesía y no canciones, por todo ello mi vello se eriza cada vez que veo lo que es la música ahora (y créanme, es mucho vello). Si usted es músico deje de leer ahora, tengo intención de vivir un par de años más, si no lo hace recuerde que vivo en la Moncloa...

¡Ignorantes juerguistas que sólo buscan la fama efímera y el dinero! Aunque hoy por hoy no sean los únicos que cumplen estos adjetivos, junto con algunos políticos, son el sector que más ira despierta en mí. Existen dos grandes grupos de música comercial: el “chunta-chunta” digamos, el estilo basado en crear ritmos que compiten en parecido entre sí y donde la letra de la canción desaparece, es mínima, o lo que es peor, más vale no oírla. Todos habréis deducido (espero) que pienso del reggaeton y comprenderéis que opine que estaba mejor en el intestino grueso de mi perro (que, ya de paso, tiene un nombre más humano que Pitbull).

Me parece absurdo continuar valorando esta música que no escucho ni en discotecas (he aprendido a cerrar mis orejas), por lo que hablaré del segundo estilo, llamémosle música música melódica. La que todos podemos escuchar (al menos oír) sin gastarnos el sueldo en psicoanálisis. Hay miles de grupos actualmente y los desconocidos por el gran público no son los peores, pero hay grandes poperos (lástima no poder decir lo mismo con más “e”) de modo que voy a centrarme.

La historia se repite, lo más admirado en Japón y Alemania es lo más odiado por las buenas gentes del mundo, lo que no sé es a qué espera la ONU para denunciar el genocidio neuronal de Tokio Hotel. No sé si el dinero es la raíz de todos los problemas, pero por lo menos es la causa primera. Cuando una cosa se convierte en fenómeno social se disuelve, las drogas le hicieron menos daño al arte que la cama de billetes.

Es posible que yo tenga un cartel de luces de neón (sin segundas) diciendo que me gusta la buena música, aunque rara vez coincida con la del momento, pero son ustedes quienes deciden las modas... ¿verdad?.

Leer más...