Hoy vengo con un par de juegos de predestigiación matemática
En primer lugar, ¿cuánto vale serie infinita x - x + x - x + x - x + x - x + x - x + x...?
Si agrupamos de dos en dos, tenemos: (x - x) + (x - x) + (x - x) + (x - x) +... = 0 + 0 + 0 + 0... = 0
Pero si dejamos el primer uno libre, tenemos: x + (-x + x) + (-x + x) + (-x + x)... = x + 0 + 0 + 0... = x
Conclusión: 0 = x para todo x.
Luego todos los números son iguales a cero.
Y para dejar a un lado los números y traer de vuelta el pensamiento (sí, acabo de decir lo que acabo de decir):
A un jugador se le ofrecen dos cajas: una de ellas está abierta y contiene 1000 €. La otra está cerrada y puede contener o 1.000.000 € o 0 €. El jugador debe elegir entre dos alternativas: recibir el contenido de las dos cajas o sólo el de la caja cerrada.
Así dicho parece obvio que debe elegir las dos cajas. Sin embargo, el juego se complica con la presencia de un adivino perfecto que previamente a la elección del jugador hará lo siguiente: si prevé que el jugador va a la elegir solo la caja cerrada, pondrá 1.000.000 € dentro de esa caja. Si, por el contrario, prevé que el jugador elegirá llevarse el contenido de las dos cajas, dejará vacía la caja cerrada.
¿Qué debería hacer el jugador?
Piensenlo con música, que es pensar por dos.
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Tras esa pausa que habrán hecho pocos suelto la reflexión.
Se trata de la paradoja de Newcomb, y resulta irresoluble porque plantea una contradicción: la existencia de un adivino perfecto junto con la de un jugador al que se le supone libre albedrío. Tenemos que, o el adivino no es perfecto o el jugador en realidad no puede jugar con libertad.
Si alguno tiene alguna noción sobre teología, seguro que puede darme una explicación mucho más bonita (e infinitamente menos demostrable).
No obstante, me siento obligado a reflexionar sobre el tema (aunque conversar sobre esto una noche lluviosa como la de hoy, con un poco de humo alrededor de una copa, sería la perfección).
Muchas religiones estiman a un dios todopoderoso (lo que incluiría la visión del futuro). Los calvinistas ya se lo veían venir, como Dios todo lo sabe, todo lo que hagamos ya está decidido, luego hagamos las cosas bien, reflejo de nuestro futuro en un porche de nubes.
Claro, que la visión opuesta era bien distinta, estoy en la miseria, tengo que robar para alimentarme, luego iré a donde hacen barbacoa todos los días (incluyendo los domingos por la mañana, en los que el pueblo de al lado se reune en un edificio raro).
La cosa es obvia. El destino se lo busca cada uno y la iglesia siempre acierta. Para mayor gloria del señor las instituciones religiosas siempre han estado del lado del poderoso defendiendo debilmente al débil. La fe en el señor no compra el oro del vaticano, eso lo compramos todos los que vivimos en un país que otorga privilegios a una organización externa tales como:
1. Educación. Dios bendito, lamento mentarte, pero si vieras esto hasta tú te removerías del asiento, tú que creías en la elección y no el adoctrinamiento.
2. Bah, que más dá, con que consigamos eliminar el punto numero uno podemos llevarnos siglos, de modo que...
Y si me meto con la religión católica más que con ninguna otra es por el hecho de que camina entre dos aguas, entre lo actual y la edad de bronce, pero las quiero a todas por igual y ligeramente menos que a Bin-Laden.
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En primer lugar, ¿cuánto vale serie infinita x - x + x - x + x - x + x - x + x - x + x...?
Si agrupamos de dos en dos, tenemos: (x - x) + (x - x) + (x - x) + (x - x) +... = 0 + 0 + 0 + 0... = 0
Pero si dejamos el primer uno libre, tenemos: x + (-x + x) + (-x + x) + (-x + x)... = x + 0 + 0 + 0... = x
Conclusión: 0 = x para todo x.
Luego todos los números son iguales a cero.
Y para dejar a un lado los números y traer de vuelta el pensamiento (sí, acabo de decir lo que acabo de decir):
A un jugador se le ofrecen dos cajas: una de ellas está abierta y contiene 1000 €. La otra está cerrada y puede contener o 1.000.000 € o 0 €. El jugador debe elegir entre dos alternativas: recibir el contenido de las dos cajas o sólo el de la caja cerrada.
Así dicho parece obvio que debe elegir las dos cajas. Sin embargo, el juego se complica con la presencia de un adivino perfecto que previamente a la elección del jugador hará lo siguiente: si prevé que el jugador va a la elegir solo la caja cerrada, pondrá 1.000.000 € dentro de esa caja. Si, por el contrario, prevé que el jugador elegirá llevarse el contenido de las dos cajas, dejará vacía la caja cerrada.
¿Qué debería hacer el jugador?
Piensenlo con música, que es pensar por dos.
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Tras esa pausa que habrán hecho pocos suelto la reflexión.
Se trata de la paradoja de Newcomb, y resulta irresoluble porque plantea una contradicción: la existencia de un adivino perfecto junto con la de un jugador al que se le supone libre albedrío. Tenemos que, o el adivino no es perfecto o el jugador en realidad no puede jugar con libertad.
Si alguno tiene alguna noción sobre teología, seguro que puede darme una explicación mucho más bonita (e infinitamente menos demostrable).
No obstante, me siento obligado a reflexionar sobre el tema (aunque conversar sobre esto una noche lluviosa como la de hoy, con un poco de humo alrededor de una copa, sería la perfección).
Muchas religiones estiman a un dios todopoderoso (lo que incluiría la visión del futuro). Los calvinistas ya se lo veían venir, como Dios todo lo sabe, todo lo que hagamos ya está decidido, luego hagamos las cosas bien, reflejo de nuestro futuro en un porche de nubes.
Claro, que la visión opuesta era bien distinta, estoy en la miseria, tengo que robar para alimentarme, luego iré a donde hacen barbacoa todos los días (incluyendo los domingos por la mañana, en los que el pueblo de al lado se reune en un edificio raro).
La cosa es obvia. El destino se lo busca cada uno y la iglesia siempre acierta. Para mayor gloria del señor las instituciones religiosas siempre han estado del lado del poderoso defendiendo debilmente al débil. La fe en el señor no compra el oro del vaticano, eso lo compramos todos los que vivimos en un país que otorga privilegios a una organización externa tales como:
1. Educación. Dios bendito, lamento mentarte, pero si vieras esto hasta tú te removerías del asiento, tú que creías en la elección y no el adoctrinamiento.
2. Bah, que más dá, con que consigamos eliminar el punto numero uno podemos llevarnos siglos, de modo que...
Y si me meto con la religión católica más que con ninguna otra es por el hecho de que camina entre dos aguas, entre lo actual y la edad de bronce, pero las quiero a todas por igual y ligeramente menos que a Bin-Laden.