Escuchar tu música preferida y sentir como se te eriza el vello al recorrer las canciones tu cuerpo y activar tus sentimientos. Tumbarte en el sofá mientras el aire fresco que atraviesa la pequeña ranura que separa la ventana de la pared te golpea dulcemente en la cara. El placer del refresco glacial que se desliza por tu reseca garganta cuando la sed aprieta. La sonrisa de una chica guapa. El agua caliente cayendo por tu espalda y el vapor de agua cubriendo el cuarto de baño. Ver una película de Scorsese. El olor de las hojas de un libro nuevo. La sensación de ayudar a las personas que aprecias. Los rayos del sol golpeándote mientras andas sin rumbo alguno. Devorar una hamburguesa con queso fundido acompañada con patatas fritas. Llegar al resultado correcto de un problema de ecuaciones diferenciales. Que empiece a chispear y saber que no te vas a mojar gracias a la solidez y firmeza del cálido abrigo que llevas puesto. Un masaje en la espalda mientras dejas la mente en blanco. El azul del cielo. Respirar a 2500 metros de altura mientras recorres solo un bosque habitado por la máxima expresión de la naturaleza. Tomarte una cerveza con tus amigos mientras hablas de cualquier cosa. No poner el despertador. Sentir la vibración del motor mientras aceleras y cambias de carril. Jugar con tus amigos a un videojuego. Pisar un charco con botas de montaña. Acostarte a las 5 porque sí. Pasear en una calle solitaria. Un baño en el mar. Un sueño sin sentido. Estar aburrido. El cosquilleo de tu estómago en el despegue de un avión. Sentidos. Ilusión. Diversión. Dolor. Esperanza. Desesperanza. Placer. Vida al fin y al cabo. Felicidad.
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Hombre de pequeñas cosas, como alguién me diría.
