4 abr 2011

La primera

Esta es mi primera entrada, y no solo mi primera en este blog, sino en cualquiera. Dicen que la primera siempre es la más especial, y esto que dicen se puede aplicar a casi todo; que no solo es por la primera cita, la primera chica y el primer beso; también puede ser la más especial la que es la primera entrada de un blog hecha por uno; por lo tanto, también habrá de serlo esta o, al menos, habrá de intentarse.... Como tantas cosas han sido intentos y tan pocas han sido éxitos....
Como es la primera, y con la voluntad ya señalada, tocaré , como se dice, todos los palos. Y como tienen cuatro las barajas, aquí van mis cuatro cosas:

Comenzaré con un vídeo, con un fragmento de una película que Pedro me recordó cuando me invitó a la inclusión en este blog. La película, como no puede ser de otra forma, es: "El club de los poetas muertos". Y la frase, lo digo para quien no lo sepa, que dicen al levantarse es el inicio de un famoso poema de Whitman: "O captain, my captain".



Tocado un palo, ahora va otro. E hilando temas pasaré del poema del yanqui a otro poema, este europeo y también mío (no pudiendo ser lo segundo sin lo primero). No sabiendo escoger ningún poema por clasificación alguna (tema apropiado o buen estilo), pondré el último que hice, ayer mismo, que aquí leeréis:

Si no es por que la quiero, ¿por qué voy a escribir?
Puedo escribir por que el calor de este día es asfixiante
y gotas de sudor me caen desde la frente, sobra
no ya el jersey que ahora llevo y ya me quito, sino
hasta el aliento cálido y la luz que el cuerpo entero cubre;
puedo escribir por que yo escribo pensamientos
pero no todo cuanto pienso yo lo escribo, vastas luces
alumbran vastos cielos de cenizas de colores;
y por que llevan muertos ya, ya muchos niños, y no sólo
en estados de autócratas islámicos, tampoco
en islas que se mueven, de otros mundos, de otras zonas,
sino por todos cuantos mueren en el mundo; o también
podría escribir por otras cosas, más alegres, otras cosas
que no tienen por lúdicas menor una importancia,
por cosas que, aun no teniendo menos e importándome
en la medida que me importa lo demás,
nada me importan.
Podría escribir por tantas, tantas cosas
además de escribir por que te quiero...
Podría escribir por que escribiendo voy pensando en las palabras que en segundos ya serán por siempre [eternas;
por siempre ya imborradas, no olvidadas y habitantes
de la bella región supralunar donde se encuentra
el hombre que en los tiempos del augusto hijo de Roma
gritó desde la tierra hacia un oscuro, oscuro y negro, rutilante, con estrellas o sin ellas, un gran cielo
¡ego vivam!;
y por que él vivirá siempre y por que yo me moriré sin quizás nunca saber si viviré, si cuando choque
mil veces el marino contra la tan nívea playa,
después ya de cantar por mí en la orilla un par de cisnes,
alguna, alguna parte de mi alma, a un libro atada,
como se ata a alguna máquina un cuerpo a media vida,
aún exista. También puedo escribir por el deseo que me llena
en alma, alma y cuerpo; que deseo abandonar
este tierra que me vio hace tantos años ya nacer.
Tanto, tanto hay por que yo pueda escribir...
Mas si es mi poesía mi alma,
si espejos de mi espíritu,
si flechas de mi pecho...
¿qué parirán mi espíritu, alma y pecho
si no eres tú,
si no tus ojos,
si no que te amo?


Quedan dos temas, y si supe de qué hablar, ya lo he olvidado. Pues, dejaré todo lo demás que tengo que decir (que tampoco es mucho, pero algo hay), para otros días, otros momentos y otras entradas algo más cortas y menos pesadas como la que esta podría haber sido en caso de haber continuado escribiendo de cuantas cosas se me hubieran ido viniendo a la mente. Lo bueno, si es breve, dos veces bueno; y como breve no ha sido solo queda esperar que, al menos, no fuera malo.
Leer más...