Así, como un río que desemboca en el mar tras un turbulento recorrido, como la vida que irremediablemente persigue a la muerte, como una evolución darwinista irrefrenable, me doy cuenta que he llegado a una conclusión esperanzadora y deprimente a su vez.
Esperanzadora porque es una solución, deprimente porque es imposible.
Así fue como pasé de ser una persona cerrada de mente y ofuscada en unas ideas, a abrirme a una realidad mucho más diversa y con muchos tonos de grises. Como empecé a interesarme en la política, y a su vez a decepcionarme.
Cientos de problemas para los que cada partido promete soluciones, asegurando luchar por los intereses de su pueblo, y dispuestos a sonreír en las campañas electorales.
Y al fin y al cabo no son más que eso, partidos, agrupaciones de personas atrapadas en una jerarquía de poder que les aleja de los intereses y soluciones reales de la sociedad, agrupaciones de personas incapaces de representar a la diversidad de ideas de los votantes que les han apoyado, agrupaciones de personas que olvidan que los que les apoyan, son personas.
¿Que hay partidos con buenas intenciones e ideas nuevas? Por supuesto, pero opacados por un bipartidismo cuya muralla resiste la corrupción más profunda y la ineptitud más vergonzosa. La política española se estanca en un círculo de dirigentes que hace tiempo que perdieron su vocación por el pueblo y la redirigieron a la vocación por sus bolsillos.
¿Y cuál fue el siguiente paso tras esta conclusión? La desesperanza, la desesperanza que provoca saber que es imposible, sea cual sea la agrupación política que haya en el poder, una solución que satisfaga a todo el conjunto de los ciudadanos, la desesperanza de saber que no existe una verdad absoluta.
Tras conocer que la política jamás será satisfactoria, solo queda mirar por los intereses del individuo, un mundo donde, cada individuo pueda solventar sus propios intereses sin interrumpir el de los demás, y donde Hobbes no tenga razón por una vez. La anarquía.
Una utopía es a la conclusión irreversible a la que he llegado. Llegar a la conclusión de que la solución perfecta es imposible, ¿implica el fin del intento de progreso? Por supuesto que no, sabiendo que definitivamente va a ser inalcanzable una satisfacción política, es hora de establecer un objetivo real, un objetivo que opte por mejorar lo que tenemos, y que pase por luchar por un grupo político que demuestre el interés por el cambio, que sea consciente de la realidad social que atravesamos, y que luche contra los fallos del sistema arduamente. Es hora de romper la ignorancia y la apatía, y de concienciar de la necesidad de un mundo mejor, de regenerar la política y de condenar los errores, olvidando de una vez el condicionamiento que tenemos hacia un determinado partido por creer que éste es el que nos representa y el que apoya nuestras ideas. Condenar lo injusto, sin importar el qué o el quién. Como debería ser la justicia.
Lo que está claro es que sin un despertar ciudadano mis ideas seguirán siendo eso, mis ideas, y ahí quedarán enterradas en la eternidad.
¿Lo que digo es muy general y difuso? Por supuesto, y no busco lanzar aquí ninguna verdad inquebrantable, cada uno de vosotros es quien debe buscar su propia verdad, y si atendéis a los principios morales en los que se sustenta el bienestar del ser humano, descubriréis que la situación actual es insosteniblemente inhumana. El dinero se ha apoderado de nosotros, la educación ya no es educación, la búsqueda de la felicidad parece ser que se ha difuminado entre necesidades superfluas. ¿La solución real? Si la encontráis avisadme.
¿Iluso? Es probable. ¿Realista? Espero que también.
Esperanzadora porque es una solución, deprimente porque es imposible.
Así fue como pasé de ser una persona cerrada de mente y ofuscada en unas ideas, a abrirme a una realidad mucho más diversa y con muchos tonos de grises. Como empecé a interesarme en la política, y a su vez a decepcionarme.
Cientos de problemas para los que cada partido promete soluciones, asegurando luchar por los intereses de su pueblo, y dispuestos a sonreír en las campañas electorales.
Y al fin y al cabo no son más que eso, partidos, agrupaciones de personas atrapadas en una jerarquía de poder que les aleja de los intereses y soluciones reales de la sociedad, agrupaciones de personas incapaces de representar a la diversidad de ideas de los votantes que les han apoyado, agrupaciones de personas que olvidan que los que les apoyan, son personas.
¿Que hay partidos con buenas intenciones e ideas nuevas? Por supuesto, pero opacados por un bipartidismo cuya muralla resiste la corrupción más profunda y la ineptitud más vergonzosa. La política española se estanca en un círculo de dirigentes que hace tiempo que perdieron su vocación por el pueblo y la redirigieron a la vocación por sus bolsillos.
¿Y cuál fue el siguiente paso tras esta conclusión? La desesperanza, la desesperanza que provoca saber que es imposible, sea cual sea la agrupación política que haya en el poder, una solución que satisfaga a todo el conjunto de los ciudadanos, la desesperanza de saber que no existe una verdad absoluta.
Tras conocer que la política jamás será satisfactoria, solo queda mirar por los intereses del individuo, un mundo donde, cada individuo pueda solventar sus propios intereses sin interrumpir el de los demás, y donde Hobbes no tenga razón por una vez. La anarquía.
Una utopía es a la conclusión irreversible a la que he llegado. Llegar a la conclusión de que la solución perfecta es imposible, ¿implica el fin del intento de progreso? Por supuesto que no, sabiendo que definitivamente va a ser inalcanzable una satisfacción política, es hora de establecer un objetivo real, un objetivo que opte por mejorar lo que tenemos, y que pase por luchar por un grupo político que demuestre el interés por el cambio, que sea consciente de la realidad social que atravesamos, y que luche contra los fallos del sistema arduamente. Es hora de romper la ignorancia y la apatía, y de concienciar de la necesidad de un mundo mejor, de regenerar la política y de condenar los errores, olvidando de una vez el condicionamiento que tenemos hacia un determinado partido por creer que éste es el que nos representa y el que apoya nuestras ideas. Condenar lo injusto, sin importar el qué o el quién. Como debería ser la justicia.
Lo que está claro es que sin un despertar ciudadano mis ideas seguirán siendo eso, mis ideas, y ahí quedarán enterradas en la eternidad.
¿Lo que digo es muy general y difuso? Por supuesto, y no busco lanzar aquí ninguna verdad inquebrantable, cada uno de vosotros es quien debe buscar su propia verdad, y si atendéis a los principios morales en los que se sustenta el bienestar del ser humano, descubriréis que la situación actual es insosteniblemente inhumana. El dinero se ha apoderado de nosotros, la educación ya no es educación, la búsqueda de la felicidad parece ser que se ha difuminado entre necesidades superfluas. ¿La solución real? Si la encontráis avisadme.
¿Iluso? Es probable. ¿Realista? Espero que también.
5 comentarios:
Me gusta tu reflexión; estoy igual que tú de indecisa entre esperanzada y deprimida. No sé si confío tanto en el "cambio" (por supuesto que no me refiero al cambio hacia el PP en Andalucía), cuando el sistema al completo favorece la conservación de todo como está.
Ya debatiremos esto algún día más extensamente, es un tema que siempre tiene actualidad y siempre da para (¿un mal?) rato.
Todos sabíamos que en las elecciones iban a ganar los malos y perder los buenos, esto es, iban a ganar los partidos y perder los ciudadanos. Sinceramente, estoy confuso con las elecciones andaluzas, pero eso no me impide ver que vas un poco más allá. Opino lo que tú en casi todo lo que has dicho, precisamente porque en el fondo pensamos lo mismo, pero a la hora de croquetar (por decirlo así) no coincidimos.
Respecto a Andalucía:
1) Es lamentable que la corrupción y la no-acción y muchas otras cosas no se tomen en cuenta y el PSOE tenga 47 diputados. Pero por el punto número dos, lo entiendo.
2) Me alegro de que el PP no pueda gobernar. El poder absoluto es feo de cojones, sobre todo si lo tiene un partido con el que no te identificas en nada (como es mi caso).
3) El gran beneficiado ha sido mi querido Valderas pero, la verdad, sentar en la silla a Griñán me parece algo torpe e incongruente.
Me parece que Diego acaba de despertarse de ese limbo de la inopinión en el que duermen la mayoría. Unos tienen una experiencia religiosa y otros llegamos a esa conclusión que has expresado tan bien en tu artículo. Pero no hay bipartidismo, que yo sepa hay monopartidismo en toda España. Y en Asturias y Andalucía se puede empezar a hablar de tripartidismo. Aparte que el bipartidismo lo elige la gente, oye, no es una imposición del Estado. Escribes bien, tío, a ver si te dejas caer con un poquito de literatura.
PD: Pedro, sin meterme en política, porque es como decir Jehová, Valderas me recuerda al capítulo este de los Simpson en que están en un submarino nuclear y de pronto el zombi de Lenin se levanta y camina diciendo "Comunismooo". Pero in any case, lo importante era pararlos, no vayamos a hacer como en 1936 que ya sabes cómo terminó la cosa. Y sinceramente, creo que el PSOE se ha dado cuenta de que los votantes le están pidiendo que gire a la izquierda, no te digo lo que va a hacer, sólo que le convendría hacerlo y si según tú sólo vamos a lo que nos conviene...
Y a los dos, ya que Diego ha culminado su despertar político podemos quedar un día y tener una charla de estas largas y totalmente improductivas que tanto nos gustan. Ahí lo dejo.
El gran problema, sí señor.
Con respecto a algunos comentarios que habéis dejado de que charlar sobre esto te hace pasar un (mal) rato improductivo, he de decir que solo estoy parcialmente de acuerdo. Si un debate se hace bien, y para eso mejor no fijarse en los que hacen los políticos en la tele, no tiene porqué hacernos pasar un mal rato. Es difícil no crisparse al charlar de estos temas, pero si todos hacemos un esfuerzo lo podemos conseguir. En cuanto a la improductividad del asunto debo decir que mi opinión es que todo debate es productivo, no se sabe en qué puede acabar: la integración de varias ideas, emergencia de ideas nuevas, revisión de las propias (que nunca está de más), mayor conocimiento entre las personas...
En fin, espero que no se haya notado mucho mi espíritu humanista en todo esto. ¡A debatir con gusto!
Era un comentario personal para Diego y Pedro, no estaba generalizando pero bueno...
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