3 oct 2014


Mesas, risas y vino.
A pesar del jaleo, no hay ruido.
Pregunta una voz infame
que dónde estoy yo
que adónde ha ido

¡No me preguntes nada!
Soy incapaz de mentir
por todas las veces que he fingido.

Si te aprecio hablaré,
hablaré más de lo debido.
Contaré cosas que no querrás oír
y seré como siempre fui:
Como un niño que ha bebido.

No, no, no. Nunca confesaré
este secreto oscuro que tengo escondido.
Que si dos veces lloré,
una lloré contigo.


Después de haber perdido TODO lo escrito en años anteriores (para bien de la humanidad y lamento mío), he intentado cientos de veces volver a ello. Ni una libreta bonita, ni una pluma elegante, ni un bolígrafo querido han sido suficiente para superar la ira por haber perdido unos retratos tan significativos de mi adolescencia y hacerme comenzar de nuevo. El tedioso repaso de los estilos, la falta de ritmo tras años sin hacer nada, la ausencia de dolor reciente (principal motor de la poesía en la historia), la carencia de talento natural y muchos otros factores han influido en que no vuelva a escribir. Además, haber leído a tan grandes autores me ha hecho consciente de la estupidez y arrogancia de mis escritos, añadiendo la verdadera humildad (más humillación que modestia) a los motivos contra el escribir. Mi vehemencia y soberbia me han llevado a serlo conmigo mismo, trayendo serenidad y desterrando las necesidades.
Se podría decir que me he hecho viejo (demasiado pronto, me confirman) y la poesía es cosa de jóvenes.

No, no he vuelto a escribir. Me ha salido esa aberración sobre la marcha y, lejos de pasar mucho tiempo perfeccionándola hasta que sea lo que yo consideraba "aceptable", como seguirá siendo patética a mi juicio actual, me ahorro tiempo de vida.

No hay comentarios: