15 abr 2011

J. S. Mill

A inicios de esta semana leí un pasaje que me resultó muy interesante, aquí está:

“Se puede afirmar que nadie tiene razón para quejarse de este duro destino, porque le acontece solamente a aquellos que han sido aventajados por otros, debido a su inferior energía o a su prudencia. Esto, aun si fuese verdad, resultaría un alivio muy pequeño para el mal. Si algún Nerón o Domiciano exigiese a cien personas que compitiesen en una carrera para salvar sus vidas, bajo la condición de que los cincuenta o veinte que llagaran los últimos serían sentenciados a muerte, no constituiría una disminución de la injusticia que el más fuerte o el más ligero estuvieran seguros de salvarse, excepto en el caso de algún accidente desfavorable. La desdicha y el crimen consistirían en que cualquiera condene a muerte en absoluto.” [JOHN STUART MILL: Capítulos sobre el socialismo y otros escritos, págs. 61, 62, 1ª edición. Madrid, 1979]

He querido mostraros este extracto porque lo considero una de las mejores críticas que he leído al darwinismo social y al individualismo económico; y nada menos que en boca de uno de los grandes del pensamiento clásico.

Pero, aun visto y leído esto, yo me pregunto, ¿hasta qué punto el darwinismo es malo?, ¿hasta qué punto el capitalismo es injusto? Como expone Mill, la desigualdad de los hombres no debe llevar a que los más débiles sean legados al oprobio, la miseria o incluso al hambre y la muerte; y que es injusto, pero ¿es justo lo contrario? Algunas posiciones de izquierda, basándose en Marx, tienen como lema: “A cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus capacidades” ¿Esto es justo? ¿Es justo que si habiendo dos operarios y uno produce el doble que el otro, pero este que produce más es soltero y no necesita un gran sueldo, y el otro tiene hijos y, por lo tanto, tiene mayores necesidades, es justo que reciba más el más improductivo por el simple hecho de “necesitar más” (considerando, también, que la necesidad incrementada nació de los deseos de este mismo individuo improductivo)? Sabiendo que la riqueza y los bienes tienen un tope, que no son infinitos y, dada una población tan grande como es la nuestra no hay para todos en condiciones tan buenas como queremos (sólo trato del primer mundo, de las economías desarrolladas, que el tercer mundo es otro tema), ¿no sería, acaso, también de un Nerón o Domiciano coger a cien personas y hacer que corran en una carrera con el alivio de que sólo mataría a los veinte que él considerara al azar, sin importarle en modo alguno ni su fuerza ni su ligereza? ¿Que sólo matara, quizás, a aquellos que él considerara menos necesitados, a quienes carecieran de descendencia o no tuvieran grandes préstamos o deudas que pagar? ¿O que, movido por una infinita bondad, decidiera no matar a nadie y tan sólo les amputara un dedo a cada uno?

Como he dicho, la riqueza es limitada, pero no es un valor independiente, al contrario, es función de los trabajadores, depende directamente de la productividad de la población, por lo tanto, si han de haber personas que reciban menos, han de ser las mismas que contribuyan en menor medida con la sociedad a través de su producción y su productividad. Por ello, cambiaría la frase de Marx por un “a cada cual según su capacidad, de cada uno según su necesidad”. Quien más produzca, que mejor sea recompensado; quien necesite, que produzca y con ello haga un bien a la sociedad a través de su trabajo y que, por ello, sea también gratificado.

Con esto no esto no quiero posicionarme ni con el capitalismo del laissez-faire ni con cualquier otro sistema (el socialismo, por decir alguno), sólo defiendo la meritocracia pues, si tengo que elegir (y esta elección es personal, como lo es toda elección) entre igualitarismo y justicia, escojo la que se define como “dar a cada uno lo que le corresponde” y no la que le da a todos lo mismo; entre otras cosas, y sin pensar en lo que yo considero moral o inmoral, porque ya se demostró en los principios del gobierno estalinista (en los que se tenían sueldos muy igualados, cosa que se hubo de cambiar por cuestiones puramente económicas) y en las colectividades aragonesas anarquistas del pasado siglo, que el ser humano no está hecho para vivir en plena igualdad salarial (según los anarcosindicalistas esto se curará con educación), pero ni siquiera creo que la economía sea sostenible en una sociedad plenamente igualitaria, y esto último lo digo sin hablar de justicia, hablo sólo de eficiencia, de lo que es científico (y no moralmente) bueno.

Y a quien diga: “¡vaya con el liberal que nos ha caído!”, le digo: No es esto liberalismo, a quien lo diga le insto a leer a Fourier, que era anarco-colectivista, pero también creía en el desigualitario, pero justo, reparto de las plusvalías y salarios. Yo no me posiciono, en principio, con nada; y como no estoy con nada, a quien diga algo le rebatiré lo que diga, a menos que esté seguro de que eso que se dice es cierto (cosa difícil). Stuart Mill, tanto en ese párrafo como en el libro entero, se indigna ante la pobreza; y antiguamente era indignante, pero creo que desde la Generación Y (y seguro que desde la Z) la desigualdad está bastante justificada, porque existe una alta movilidad entre clases sociales (si es que las hay todavía) en toda Europa.

¿Cómo resolver el antiguo debate entre el encauzamiento del mercado o su liberalización? No sé, ni siquiera me quiero o puedo posicionar en un bando, pero ni nada es del todo malo ni nada es del todo bueno.

7 comentarios:

Pedro Ros dijo...

Sin gilipolleces. Lo que has dicho suena muy razonable, pero estoy seguro que "Mi Lucha" tambien debe de sonar razonable (no he insinuado que eres fascista, solo he puesto un ejemplo extremo).

¿Cómo determinar el que produce más del que produce menos?
¿Una persona que invierte y gana millones a partir de unos miles es mejor que el que se pasa el día recogiendo trigo?
Más bien al contrario, y sus salarios están invertidos.
¿Cómo resolver el debate?
Muy simple. Si quieres comer a trabajar/estudiar, de lo contrario a chuparla. En serio, puede que viniendo de mí esto sea raro, pero todo aquel que no produzca, y no por demostrada incapacidad, que se joda y se muera de hambre. ¿Qué soy radical? En absoluto, cualquier persona que haga lo que debe tiene que tener derecho a todo, pero el que no, ni agua merece.

Manuel Jesús Ortega Tierra dijo...

Yo es que, sinceramente, considero que deberían ponerse todas las trabas posibles al especulador, pues no produce, sino que rentabiliza su capital con los juegos de la oferta y la demanda sin dar ni trabajo ni bienes ni servicios; considero que es uno de los grandes problemas del capitalismo moderno que los más ricos inviertan en actividades improductivas que no dan trabajo.

Y... bueno, desconozco exactamente cómo remunerar más al más productivo, pero ligar los salarios a la producción es un comienzo, o para dar una perspectiva no keynesiana y dar la del otro bando, también puede ser un comienzo el facilitar los despidos, haciéndolos libres y facilitando que quien trabaje sea porque lo merece, porque es válido; o echar a funcionarios vagos o improductivos.

El cómo medir la producción es relativamente fácil, en el caso de trabajar en una fábrica: por unidades producidas, y en cualquier clase de trabajo: a iniciativa del empleador, que es quien pone el sueldo y el capital en riesgo. Si acierta, la productividad aumentará; si yerra, pagará su mala gestión con un descenso de aquella.

Pedro Ros dijo...

Claaaaro, el pagará su mala gestión, claaaaaaaaaaro, sólo hay que ver cómo la pagan los bancos y cajas. A eso añadele que los que sufren en primer lugar son los empleados que él considera "ineptos" o "caros", porque el capitalista puede permitirse no trabajar si lo desea, los demás no.

Manuel Jesús Ortega Tierra dijo...

jajajajajajaja yo solo te dije la respuesta liberal xD
Pero el problema que han producido los bancos no ha venido por una mala gestión de sus recursos humanos (despedir o no a los improductivos), sino del juego que se traen con las hipotecas basura y los préstamos baratos.
Si el Banco Santander empezara a no despedir los malos trabajadores o subiera los sueldos sin motivo (o los bajara) o contratara trabajadores ineficientes, todos veríamos cómo, irremediablemente, se hundiría; pagando así su mala gestión tanto los socios capitalistas como los altos directivos con que puedan ir a quiebra o, al menos, tengan menores dividendos o menores salarios, respectivamente.

Y ahora una de cal y otra de arena: creo que todo banco o caja habría de ser nacionalizado, quitándole el tinte de "negocio" a una actividad tan importante y peligrosa para la estabilidad de la nación; pero también hay que recordar que el "capitalista que puede permitirse no trabajar si lo desea" es el que da de trabajar a los demás al arriesgar su propio capital y patrimonio, por lo que tal capitalista me merece un aplauso.

Pedro Ros dijo...

A mi me merece un aplauso grandísimo, tal y como se dan sólo en la plaza del pueblo tras una ejecución (xD).
Ahora en serio. MJ, no dudas en tacharme de idealista, pero te digo, ¿realmente crees que el capitalista es apto? JA. Mira Steve Jobs, funda Apple, su propia empresa lo hecha, funda Pixar, o sí, seguro que Steve Job (o como se escriba, paso de buscarlo) era un tio improductivo o flojo. Este es otro de los muchos casos, quizás más extremo porque la segunda empresa de este hombre ahora le hace competencia a la primera.

Manuel Jesús Ortega Tierra dijo...

Bueno, ahora es el director ejecutivo, y si hubiera sido echado sin que volviera nunca... grosso modo podríamos decir que fue un inepto, que si él crea una empresa y le echan y no se come una mierda... es poco menos que un tonto iluso (más iluso que tonto, porque es un genio). Yo no te digo que el capitalismo sea lo mejor (tampoco lo niego), sólo te digo... que no sé xD Pero el tío es rico, y que lo sea es sólo una muestra de la justicia del sistema (y no olvides que además da empleo mucha gente, además de haber aportado innovación y nuevas tecnologías).

Pedro Ros dijo...

Justicia del sistema...

Nunca creas que lo justo es lo correcto, porque si te metes un dedo por el culo, eśte queda justo, pero no es correcto.
(por aquello de la higiene).