"La diferencia entre realidad y ficción es que la ficción tiene que tener sentido."
25 abr 2011
209
23 abr 2011
Keynes vs. Hayek: "Fear the Boom and Bust" (subtitulado al español)
22 abr 2011
211
Prefiero quedarme sentado
Escuchando al viento,
Que me envuelve a besos,
Silbando entre el silencio
Que muchos han oído
Y tan pocos han escuchado.
Nerviosos por poder salir
No vieron lo que ahora siento
Y me ablanda los huesos.
Sólo con que suene su nombre
Mi valor se esconde.
Nadie sabe si me interesa
Y sin embargo la arena lanzada
Gira alrededor nuestra
Cuando, lentamente, me besa.
Y ahora sólo puedo pensar en ella,
En si estará cansada
O si querrá que nos sentemos en la mesa.
15 abr 2011
J. S. Mill
A inicios de esta semana leí un pasaje que me resultó muy interesante, aquí está:
“Se puede afirmar que nadie tiene razón para quejarse de este duro destino, porque le acontece solamente a aquellos que han sido aventajados por otros, debido a su inferior energía o a su prudencia. Esto, aun si fuese verdad, resultaría un alivio muy pequeño para el mal. Si algún Nerón o Domiciano exigiese a cien personas que compitiesen en una carrera para salvar sus vidas, bajo la condición de que los cincuenta o veinte que llagaran los últimos serían sentenciados a muerte, no constituiría una disminución de la injusticia que el más fuerte o el más ligero estuvieran seguros de salvarse, excepto en el caso de algún accidente desfavorable. La desdicha y el crimen consistirían en que cualquiera condene a muerte en absoluto.” [JOHN STUART MILL: Capítulos sobre el socialismo y otros escritos, págs. 61, 62, 1ª edición. Madrid, 1979]
He querido mostraros este extracto porque lo considero una de las mejores críticas que he leído al darwinismo social y al individualismo económico; y nada menos que en boca de uno de los grandes del pensamiento clásico.
Pero, aun visto y leído esto, yo me pregunto, ¿hasta qué punto el darwinismo es malo?, ¿hasta qué punto el capitalismo es injusto? Como expone Mill, la desigualdad de los hombres no debe llevar a que los más débiles sean legados al oprobio, la miseria o incluso al hambre y la muerte; y que es injusto, pero ¿es justo lo contrario? Algunas posiciones de izquierda, basándose en Marx, tienen como lema: “A cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus capacidades” ¿Esto es justo? ¿Es justo que si habiendo dos operarios y uno produce el doble que el otro, pero este que produce más es soltero y no necesita un gran sueldo, y el otro tiene hijos y, por lo tanto, tiene mayores necesidades, es justo que reciba más el más improductivo por el simple hecho de “necesitar más” (considerando, también, que la necesidad incrementada nació de los deseos de este mismo individuo improductivo)? Sabiendo que la riqueza y los bienes tienen un tope, que no son infinitos y, dada una población tan grande como es la nuestra no hay para todos en condiciones tan buenas como queremos (sólo trato del primer mundo, de las economías desarrolladas, que el tercer mundo es otro tema), ¿no sería, acaso, también de un Nerón o Domiciano coger a cien personas y hacer que corran en una carrera con el alivio de que sólo mataría a los veinte que él considerara al azar, sin importarle en modo alguno ni su fuerza ni su ligereza? ¿Que sólo matara, quizás, a aquellos que él considerara menos necesitados, a quienes carecieran de descendencia o no tuvieran grandes préstamos o deudas que pagar? ¿O que, movido por una infinita bondad, decidiera no matar a nadie y tan sólo les amputara un dedo a cada uno?
Como he dicho, la riqueza es limitada, pero no es un valor independiente, al contrario, es función de los trabajadores, depende directamente de la productividad de la población, por lo tanto, si han de haber personas que reciban menos, han de ser las mismas que contribuyan en menor medida con la sociedad a través de su producción y su productividad. Por ello, cambiaría la frase de Marx por un “a cada cual según su capacidad, de cada uno según su necesidad”. Quien más produzca, que mejor sea recompensado; quien necesite, que produzca y con ello haga un bien a la sociedad a través de su trabajo y que, por ello, sea también gratificado.
Con esto no esto no quiero posicionarme ni con el capitalismo del laissez-faire ni con cualquier otro sistema (el socialismo, por decir alguno), sólo defiendo la meritocracia pues, si tengo que elegir (y esta elección es personal, como lo es toda elección) entre igualitarismo y justicia, escojo la que se define como “dar a cada uno lo que le corresponde” y no la que le da a todos lo mismo; entre otras cosas, y sin pensar en lo que yo considero moral o inmoral, porque ya se demostró en los principios del gobierno estalinista (en los que se tenían sueldos muy igualados, cosa que se hubo de cambiar por cuestiones puramente económicas) y en las colectividades aragonesas anarquistas del pasado siglo, que el ser humano no está hecho para vivir en plena igualdad salarial (según los anarcosindicalistas esto se curará con educación), pero ni siquiera creo que la economía sea sostenible en una sociedad plenamente igualitaria, y esto último lo digo sin hablar de justicia, hablo sólo de eficiencia, de lo que es científico (y no moralmente) bueno.
Y a quien diga: “¡vaya con el liberal que nos ha caído!”, le digo: No es esto liberalismo, a quien lo diga le insto a leer a Fourier, que era anarco-colectivista, pero también creía en el desigualitario, pero justo, reparto de las plusvalías y salarios. Yo no me posiciono, en principio, con nada; y como no estoy con nada, a quien diga algo le rebatiré lo que diga, a menos que esté seguro de que eso que se dice es cierto (cosa difícil). Stuart Mill, tanto en ese párrafo como en el libro entero, se indigna ante la pobreza; y antiguamente era indignante, pero creo que desde la Generación Y (y seguro que desde la Z) la desigualdad está bastante justificada, porque existe una alta movilidad entre clases sociales (si es que las hay todavía) en toda Europa.
14 abr 2011
14/04
Muchos pensaran que es un gran día, otros una gilipollez, otros una mierda.
Pero al margen del aniversario, lo aprovecho para hacer una reflexión.
Hay asuntos mucho más urgentes, y como siempre, lo urgente no deja tiempo para lo importante. De modo que no me vengan con "hay otros asuntos de los que preocuparse", sí, los hay, pero no quiero hacerlo en este instante.
Debemos cuestionarnos la lógica de vivir en una democracia, donde todos los ciudadanos son iguales respecto a la ley, y que una serie de personas tengan privilegios de nacimiento. Muchos dirán, mira, después de una dictadura, esto era necesario para una transición pacífica. Tal vez, decir lo contrario es un preterible histórico carente de sentido, pero... la transición ha acabado.
Siempre he comentado con los colegas, que si yo fuese el príncipe Felipe, por verguenza, no gobernaría, pero siempre me han respondido, que a mi no me han educado con los mismos valores que a él.
Tengo la esperanza de que algún día no haya nadie con privilegios de nacimiento sobre los demás, es un sueño lejano, pero que al menos no tengamos un representante elegido por Dios (que otorgó velocidad al pequeño espermatozoide), me parece algo muy de sentido común. Allá cada cual con sus convicciones, yo no soy antimonárquico, ni anti-borbón, no, es algo por encima de eso, yo creo en la igualdad de las personas, y si alguno no cree en eso, entonces espero, de corazón, que no voten, para que sean congruentes con sus ideas.
Sólo me queda decir:
Patria.
A la España de glorioso pasado,
A la fe y honra que ha tantos han matado.
Aún cabalga el Cid espada en mano
Matando inocentes
¡Dejemos de vivir en el pasado!
Todavía Lázaros creen su suerte
Sin haberla cambiado
¡no se debe a la tierra, sino a su gente!
¡Ay! País de la muy rentable pericia
Lloremos por los genios
¿Cuántas veces huidos de la justicia?
¡Ay! País de dos ideas y pueblos
Que odia el odio y desidia
Tierra regada en sangre, ¡por los buenos!
La España del futuro dividida
Pasado y presente.
12 abr 2011
Ya vienen los reyes magos...
P.D: Recomiendo fervientemente los links.
11 abr 2011
Lo que soporto
Realmente me duele. Me duele y hiere mis ojos tener que leer las cosas que he tenido que leer, y de nada menos que de licenciados con más años que la disolución de la mili. Tener que soportar faltas ortográficas a decenas… y hay quien podría decir: “Bueno, habrán sido erratas”, no, no las eran, que también he tenido que soportar queísmos, comas donde no solo no hay que ponerlas sino que son una completa falta de sentido gramatical y lógico y atentan contra ambas, faltas gramaticales que ni sé nombrar, palabras mal escritas (señores, se dice “carné”, que el castellano castellaniza lo no castellano (algo curioso y digno de comentar, cosa que haré otro día, siendo posible, con profundidad), y el que todos, cuales gabachos, digan “carnet” no lo hace correcto), pronombres interrogativos sin tilde y tantas, tantas otras cosas que en estos instantes, quizá por suerte, no me acuden a la memoria… Lo más difícil, lo más insoportable, no es tener que estudiar doscientas páginas en una semana para un estúpido examen de Marketing; lo más insoportable es que el libro lo hayan escrito una panda de analfabetos titulados encabezados, probablemente, por el que mejor “escriba” de todos ellos, y que sea otra que aún peor escribe la que haya de corregir mi examen.
Suerte que mi amantísima profesora, cuyo nombre no recuerdo (y esto no es ningún recurso literario), no habrá de leer cuanto yo he escrito ni habrá de saber, si lo leyera, que soy su alumno. Ventajas de no asistir a clase.
8 abr 2011
Introducción.
¿Qué es la razón? Muchos filósofos durante la historia de la humanidad se han dedicado a buscar una definición, pero todos coincidían en un punto: es una cualidad exclusivamente humana.
Es el pensamiento racional lo que nos permite componer una sinfonía, pintar un cuadro o escribir una novela, pero... ¿Pueden ustedes hacer eso? Mi canario supera con creces mis dotes musicales (y alguna otra que no viene al caso), y en cuanto a dibujar, bueno, digamos que soy incapaz de dibujar un circulo cuyo radio mayor no duplique el menor, y no sé ustedes, pero un castor tiene bastante más visión espacial que yo. Al menos siempre nos quedará la novela, ningún animal tiene imaginación, aunque claro, es fácil decir que un delfín no la tiene ya que se empeñan en hablar con graznidos y no puede contradecirnos.
Esto nos ha dejado en fuera de juego, y yo, como ser humano, no puedo dejar que mi propio razonamiento le dé la razón al presuntuoso de mi canario. Insistiendo en los comienzos diré que la razón es aquello que nos diferencia del resto de los animales, sea lo que sea, ya que los humanos estamos muy por encima de ellos, cosa que hemos pretendido siempre, desde el momento que nos aislamos de la naturaleza, esa vieja enemiga que hace crecer bosques justo encima de reservas de petróleo para molestarnos...
Más allá de lo que conlleve el pensamiento asociativo (básicamente la aritmética), las matemáticas son exclusivamente humanas y producto de la razón, hay quien define a las matemáticas como la ciencia que estudia los patrones, y patrones es lo que busco, patrones de comportamiento entre los seres humanos y los animales que permitan establecer una frontera clara entre esta especie y el resto, o, por lo menos, asegurar que esa línea no existe.
Teniendo en cuenta todo lo anterior estoy casi seguro de que ustedes compartirán lo siguiente: sólo los humanos pueden ser malvados o nobles. Un comportamiento que nos parezca despreciable (o todo lo contrario) en un animal no será producto de su razón, por lo que no serán estos malos o buenos. Pues bien, en su libro “Matemáticas, ¿estás ahí?”, Adrián Paenza nos muestra una pequeña historia sobre unos chimpancés que se muestran “muy humanos” en el mal sentido de la palabra y que me ha hecho reflexionar y escribir este trabajo, del que cada persona sacará una conclusión distinta y creerá los estudios que quiera creer, yo me limito a redactarlos y juzgarlos.
Por razones obvias se trata de un trabajo de investigación y análisis de la misma, siendo importante resaltar la fiabilidad de la información y que todo razonamiento llevado a cabo desde la misma es eso mismo, un razonamiento que pretende ser universal, y que carece de la tan utilizada frase: “es matemáticamente cierto”, ya que es imposible establecer ninguna certeza en el pensamiento humano y casi imposible en el animal, pero intentaré que sean aceptadas por todos en casi cualquier situación, por lo que es lo más cercano a un verdadero patrón que es posible conseguir a través la complicada comparación entre humanos y animales. ¿Es lícito excluir a los humanos de los animales?, ya veremos.
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EDITO: PASO EL RESUMEM A LA PAGINA DE NOMBRE, ANIMALES RACIONALES
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6 abr 2011
¿Por qué se olvidan?
La poesía y la política son dos cosas muy distintas y solo tienen en común a los hombres como creadores suyos y a cuanto uso indistinto hagan estos de aquellos dos.
La poesía es arte. En cambio la política es oficio y, como mucho y con optimismo excelso, es pasión y voluntad de cambio; o al menos estas son las cosas que la política habría de ser.
La poesía es un estado del alma, una manifestación de la misma escrita en versos y, a veces, en prosa; es la pugna del idioma contra lo inefable, la pugna de la mente contra el instinto, de la tinta contra el blanco folio. Por lo tanto, la poesía no es la pugna (o lucha) de clases, ni elecciones, ni democracias, ni dictaduras, y ni tan siquiera la búsqueda de libertades; la poesía es libertad pura y, como tal, está por encima de las otras, incluso está por encima del bien y del mal, de la moral y de la ética, de la razón y de lo políticamente aceptado.
Dicha esta breve reflexión sobre la poesía, digo: “ningún poeta debería ser olvidado por sus creencias”.
No hay quien desconozca que durante la dictadura fueron censurados muchos poetas por, simplemente, sus creencias; creencias tan legítimas como las de cualquiera, ya que el Hombre es libre de pensar lo que quiera, pues cuanto importa es que, al menos, piense (opinión del que os escribe). Fueron olvidados tanto Lorca, Alberti y Antonio Machado como otros tantos poetas de iguales convicciones, pero ¿y llegada la Constitución? Pues tras ella, por supuesto, éstos dejaron de ser olvidados.
Yo he nacido en una democracia más que establecida y constituida, en una plena democracia parlamentaria y liberal, pero lo que antes fue Antonio ahora lo es su hermano, Manuel, y en mis estudios ni tan siquiera fue nombrado José María Hinojosa (y si lo fue ni me acuerdo), y muy de pasada lo fue hecho Pemán.
En mi humilde opinión como escritor (siendo quizás más un escribidor que otra cosa), el trato dado a la memoria y obras de estos tres (por decir algunos, que son más) poetas españoles del siglo XX, cuyo único delito fue apoyar al bando que, vencedor, más tarde fue vencido, es un delito aún mayor que el que pudiera ser el devenido directamente de la política; que la censura, el acallamiento o el olvido es incluso peor que la pena de muerte, pues ataca a lo único que queda tras la vida: la memoria. Que, personalmente, tengo a Manuel Machado como a un poeta sólo superado por Bécquer, y a Hinojosa lo tengo, porque lo es, como el máximo exponente del surrealismo español. Y todo lo demás sólo son politiqueos y luchas inútiles que quedan por debajo del Arte, siempre imparcial, siempre humano.
Y, para terminar, un poema:
Entre el rumor de coches, de motores,
el viento lleva arrastrando por el aire, por el suelo,
las hojas verdes, la arena parda, las almas rotas.
Y el sol, casi en su cénit,
alumbra al mundo entero, o al menos medio,
y el gris se recalienta, el asfalto,
mas aún no hace calor, ya que aún es marzo.
El año aún es nuevo, todavía,
más tarde o más temprano, siempre al año,
el dicho morirá, como el pasado,
y entonces quedará un año menos
para perderme al viento, como Cicno,
para en buscarte irme, como Orfeo.
5 abr 2011
161
Estoy harto de tantas niñerías:
Que sí, que no, que qué querías.
Nunca se habla de lo importante
Del mar, el sol y la nieve,
De tus ojos, tu mirada y tu piel
De cómo el rojo puede saber a miel
De algo que no entiende de muerte
Ojalá que todos vuelvan a ver
Y vean que se han quedado ciegos
Si siguen incapaces de ver lo que veo
Si no pueden pararse a querer.
Nadie se calla, nadie cierra los ojos
demasiado ocupados yendo y viniendo
nerviosos caminantes del infierno
infelices de no ver lo bello del rojo
que calienta sus humildes cuerpos
que arde más que el mejor de los fuegos.
Paralíticos, ciegos y mudos, tampoco oyen
Hay quien llama a sus puertas
Esperanzados, creyendo que les despiertan
Y sólo consiguen ver como sus hombros se encogen.
¡qué todo el mundo se pare!
No sé si bajarme a empujarlo
O dejar que siga rodando
Que ruede sin mí, sin arte.