La vida es un sin fin de puertas pasando delante nuestra, como en aquella película, Monstruos S.A., algunas están escondidas, las hay pequeñas, grandes y con alambre de espinos, pero todas sirven para una cosa, entrar en una nueva sala de puertas hasta que ya sólo estés en una sala oscura con una única puerta abierta de par en par, pero con una sola dirección.
Ahora necesito un pequeño esfuerzo mental por vuestra parte, analizad donde estáis en este momento: el color de la pared, el techo que te has propuesto, si pisas el suelo o por el contrario estás suspendido (odio la común confusión entre suspenso y suspendido ante una calificación, y me da igual lo que diga la RAE, desde que admiten almóndiga han perdido mis respetos). Antes que nada mira por dónde has entrado, en multitud de ocasiones la puerta queda lejos, o está oculta entre la maleza, pero seguro que la encontráis. Es imposible que podáis abrirla de nuevo, es de esas puertas de las salidas de incendio que se abre al empujar, se cierra sola y es imposible abrirla desde fuera por la ausencia de esa tentadora barrita roja. No obstante y con más dificultad conseguirás remontarte a unas cuantas salas antes de en la que te encuentras. Cuando ya no recuerdes más vuelve a darle al play en tu mente, como un videojuego antiguo ve recorriendo los pasillos e imagina que ocurriría al tomar la esquina de al lado en vez de la que tomaste. Hay infinidad de motivos, de preteribles en tu vida. Ninguno parece tener importancia, pero si llegáis a esa común pero no menos ridícula conclusión pensad lo siguiente: de todas las posibles vidas que pudiste haber tenido y no fueron, ¿con cuál te quedas?. Es ahora cuando surge un nuevo término, el futurible, tienes la opción fácil de seguir con la que tienes (en el hipotético caso de no sea la que quieres), o fijarte en qué puertas son las que deberías haber abierto para llegar a la otra realidad alternativa. Muchas de ellas sólo surgen una vez en la vida, pero las que realmente ocultan algo importante, por mucho que se escondan y cueste reconocerlas entre la multitud de marcos, se presentan continuamente. Aprende a reconocerlas para echarlas abajo sin esperar a tener la llave cuando las veas y así ser lo que quieres. Si algún afortunado conformista (se tiene que ser ambas cosas en alguna proporción) ha elegido la vida que posee, tal vez pueda aprender del camino recorrido para recorrer el próximo. Si hay luces de neón en el portal y está cubierto de una banda policial, quizás no merezca la pena saciar la curiosidad y renunciar a lo conseguido, quien sabe, como bien he dicho, sólo son preteribles y futuribles, tan exactos como un millón de monos escribiendo al azar al mismo tiempo (una muestra de que no escribirán la mejor novela jamás escrita la tenemos en que hay más de un millón de internautas).
Teoriza antes de irte a dormir y despierta de nuevo en la realidad.
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